jueves, 27 de agosto de 2020

¿Por qué Chile puede y debe transformarse en la capital de Inteligencia Artificial (IA) de Hispanoamérica?

Mario Boada
@mboada 

Nota.- Esta Columna se comparte como un segmento del trabajo colaborativo de un grupo de ciudadanos que decidió aportar ideas/propuestas/acciones para el desarrollo de la Política Nacional de Inteligencia Artificial (IA) en Chile. Lo que escribo a continuación es una mezcla de inspiraciones y aspiraciones personales, sumadas a titulares periodísticos ya publicados en la plataforma www.ia13.cl [inteligencia artificial al alcance de tod@s].
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Algunas respuestas -al título de la columna- en proceso de maduración… 

Porque tenemos la capacidad de talentos académicos y profesionales, más la oportunidad generada por la pandemia Covid-19, que pulverizó las seudo barreras y complejos atávicos entre países supuestamente "desarrollados" y naciones "subdesarrolladas". 

Porque en materia de inteligencia artificial, de inteligencia colectiva y de inteligencia emocional, Chile tiene -en su carta de presentación- nombres de estatura global que son credenciales suficientes para respaldar y validar la aparente osadía resumida en el título de esta columna. 

Hagamos un rápido recuerdo de chilen@s cuyos nombres son sinónimo de excelencia, o al menos, de obras distinguidas y premiadas. Protagonistas internacionales en las tecnologías de datos e inteligencia artificial, como César Hidalgo y Ricardo Baeza; activistas de la revolución educacional, como Claudio Naranjo; tótems de la poética, como Gabriela Mistral y Pablo Neruda; inspiradores y provocadores, como Humberto Maturana y Fernando Flores; artistas y pensadores culturales, como Violeta Parra y Gastón Soublette; mujeres que agitan la conciencia y el alma, como Patricia May; y muchos, muchos más. 

Si queremos ser la capital de IA de Hispanoamérica, tenemos algunas tareas. Si queremos creer que podemos hacerlo, tenemos que transformarnos, primero, a nivel personal, para luego opinar con propiedad y pedir cambios a otros. Si queremos hacer una re-evolución en el país, instalando una política nacional de inteligencia artificial, tenemos que abrir espacios en los dominios propios de los habitantes, de los ciudadanos, de los usuarios, de los consumidores, de los clientes. De la gente. 

Con el permiso, y tal vez el perdón, de los expertos, de los legisladores, de las autoridades, tenemos que decir que no tenemos tiempo ni necesidad de esperar grandes discusiones, ni tramitaciones en Comisiones. Si queremos -de verdad- salir de las trampas retóricas y de las eternas agendas con planes oficiales, tenemos que manifestar un declarado interés en transformaciones con evidencias observables y demostrables. Tal como ocurre cada día con la vorágine tecnológica que nos impone -sin mucha opción de negarse- crecientes ondas disruptivas con impacto y efectos exponenciales. 

En lenguaje tecnológico, el problema no es digital. No es de hardware ni de software. Es de "humanware".

Nos estamos saturando de webinars y de papers de disímil valor académico que no nos ayudan a entender lo que está pasando en este cambio de época, que se está pareciendo mucho a un renacimiento, pero con un estilo cyber. 

Vivimos una contradicción histórica, con una parte del cerebro todavía anclada en el siglo XX y la otra tratando de ajustarse al ecosistema digital del siglo XXI. Las crónicas de los últimos veinte años las empiezan a escribir robots, aprendiendo en forma automática y profunda, cada día más rápido y con mejores resultados. Lo anterior contrasta con un modelo ya decadente de "educación-hipódromo", donde cada área del "conocimiento superior" avanza por su propia pista, casi sin tocarse en sus rígidas y competitivas fronteras, ojalá operando en edificios muy separados. La educación que necesitamos es -todavía- un proyecto en curso.

En cuanto al entorno de normas y procedimientos, por ahora, nos seguimos atorando con leyes lentas, atrasadas e incompletas cuando los cuatro players tecnológicos dominantes de la industria y del mercado global online, de las apps, de las bases de datos y de las transacciones sin fronteras, imponen la ruta, el ritmo y los hábitos de miles de millones de seguidores, mal guiados por influencers que tienen influencia fugaz y de dudosa solidez.

Volvamos a la propuesta inicial. 
¿Cómo transformamos una aspiración en un logro? 

Podemos mirar lo que están haciendo otros ciudadanos, en otros países. Singapur, Finlandia, Nueva Zelanda.
También podemos buscar una fórmula chilena, basada en las experiencias activistas tan fundacionales como revolucionarias que todos estudiamos en el colegio para conocer a los patriotas que lucharon por el anhelo de una Patria libre.

Hoy podemos activar células o nodos de [aprendizaje-socialización-divulgación] usando las redes de interacción online , ampliamente disponibles para abarcar todos los territorios. Mientras se preparan, evalúan y construyen los capítulos de una Política Nacional de IA, bien podemos avanzar paso-a-paso, con los primeros 345 referentes ciudadanos distribuidos y dispuestos en cada una de las 345 comunas de Chile. Ya sabemos que, en general, los Alcaldes y sus equipos de terreno tienen una capacidad de respuesta más ágil, más focalizada y más efectiva, que las altas esferas del poder centralizado. 

¿Qué hacemos entonces, a partir de mañana?
Nos constituimos, nos comprometemos y actuamos. 
Diseñamos una estrategia y una táctica para ampliar y amplificar anillos ciudadanos de acciones cotidianas. Para que la inteligencia artificial, como disciplina y como política de Estado, deje de ser un tema de interés y preocupación elitista, deberíamos atarla a una crisis y a un desafío nacional. 

¿Cómo lo hacemos?
Podemos definir una primera bandera, o si prefieren, una invitación ciudadana que se pueda transformar rápido en un llamado a la acción, con un foco específico, concreto, claro. 
Luego agregamos al concepto complejo de Inteligencia Artificial, un atributo, una etiqueta semántica.... asociada a un elemento simple, fundamental, básico y necesario: #AguaParaTod@s 

¿Cómo así?
Hay una oportunidad para una vinculación relevante de la IA con la escasez hídrica que se vive en más de 100 comunas rurales; con la emergencia agrícola en las regiones Metropolitana, O'Higgins y Maule; además, con las zonas de catástrofe ya declaradas en dos regiones, Coquimbo y Valparaíso. Así puede nacer una sinergia colaborativa y comprometedora. Inteligencia artificial aplicada, con el fin de asegurar #AguaParaTod@s Algo que -en palabras del Gobierno de Chile- es una gran tarea y una gran meta. 

Se puede. Se necesita. Sería un legado para las nuevas generaciones.-
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