viernes, 5 de junio de 2020

A propósito de la exhibición en REC -la señal retro del 13- de la serie "MUNDO", con Hernán Olguín

Apuntes de un reportero...
Mario Boada, Editor de REC
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Escribo estas líneas hoy, 27 de julio 2020, cuando se cumple un aniversario del fallecimiento de Hernán Olguín, ocurrido a sus 37 años, en 1987.
Como periodista, fue un privilegio haber integrado el equipo de profesionales que acompañó a Hernán durante cinco años, para crear y producir la recordada serie MUNDO.

En septiembre del año 1982, en una pequeña oficina de las viejas casonas de Canal 13 en la calle Lira, a una cuadra de la Alameda, al lado de la Casa Central de la Universidad Católica, un grupo de jóvenes periodistas escuchábamos atentamente a un editor de Teletrece, alto, flaco, de mirada aguda y de hablar pausado.
Era Hernán Olguín, compartiendo una noticia que marcaría el comienzo de una aventura periodística de marca mayor y con un insospechado itinerario internacional, con recursos de producción que eran un privilegio para la época. En aquella reunión partió oficialmente MUNDO, la serie de reportajes científico-tecnológicos que marcó a muchas generaciones de periodistas y comunicadores.



Rápidamente empezaron los viajes. Intensos, apasionantes, asombrosos. Vuelos de largas horas, tan largas como las horas de grabaciones desde muy temprano, cada día,  en los quirófanos de hospitales y centros médicos de vanguardia en sus distintas especialidades.

Claro, el entusiasmo y una dosis siempre alta de adrenalina, nos ayudaba a evadir hasta donde se podía, las dificultades logísticas y de producción. Estábamos en plena vigencia de la tecnología dominante de la época: el fax, esa maquinita ruidosa que deslizaba hojas de papel con los mensajes impresos, muchas veces con más lentitud que legibilidad.
Cuántas horas esperando al lado del fax, que sonara el pitito anunciando la esperada respuesta con la confirmación de una entrevista al otro lado del mundo.
Por supuesto, muchas veces el mensaje era un muy cordial "we are sorry", que obligaba a iniciar todo de nuevo, siempre mirando otros lugares en el globo terráqueo.

Había que tener paciencia, mucha paciencia para lograr los contactos y las autorizaciones de entrevistas con pioneros y líderes para cada reportaje internacional.
Ahí nos salvaba la capacidad y rigurosidad periodística de la mayoría femenina en el equipo.

No hay que olvidar el contexto de los primeros años de la década del ´80. Chile tenía menos de 12 millones de habitantes. Estábamos en medio de la crisis financiera con intervención de los bancos; con una caída del producto interno bruto del 14 % y con un desempleo que llegaba al 23 %.
El panorama de los medios de comunicación y de la industria de la televisión era bastante restringido y acotado a pocos canales de señal abierta. No existían en el país los canales de TV Cable; ni soñar con Internet, ni teléfonos celulares, ni computadores personales.

Así, en un trabajo periodístico que todavía conservaba rasgos y huellas de la prensa nostálgica de los años sesenta, se empezó a fraguar un periodismo científico que coqueteaba con las primeras señales de cambios tecnológicos.

Todo avanzaba más rápido de lo habitual, pero mucho más lento que el ritmo vertiginoso de hoy, en el nuevo siglo. Todavía los guiones y libretos de cada programa semanal salían a punta de golpes fuertes en las teclas de máquinas de escribir.
Faltaban aún un par de años para que llegara a Canal 13 el primer computador personal.

En los recuerdos de peripecias en terreno, cómo olvidar que las pocas discusiones que tenía con Olguín, eran por culpa de los mapas carreteros. Claro, como copiloto navegante en los autos arrendados que él manejaba, yo era el responsable de avisar con anticipación cuál era el número del pórtico de salida que teníamos que tomar en las ultra-rápidas autopistas europeas. La alta velocidad, muchas veces, me jugó una mala pasada para llegar a tiempo a una grabación importante....

Con el re-estreno en REC de la Serie MUNDO 83, hay muchas anécdotas que vuelven a aparecer en la memoria. Solamente con mirar en la presentación del programa el set-oficina que ocupaba Hernán Olguín -donde aparece ese infaltable globo terráqueo, que tanto quería- no puedo dejar de reconocer el privilegio de haber aprendido y trabajado con un periodista que dejó un sello y un legado, sin igual, para el periodismo científico-tecnológico en la televisión chilena.

27 de julio 2020
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